Reviving handcrafted jewellery in Sri Lanka
Our firm commitment to an ancient art on the verge of extinction
The island of Sri Lanka is world famous for its natural gemstone deposits and for exporting these precious stones to the rest of the globe. But it also has a time-honoured jewellery tradition of its own that dates right back to Antiquity. However, this trade has not always received the appreciation it deserves, and the island’s precious-metal artisans gradually gave up their craft until, in the last century, it all but disappeared.
Sri Lankan precious-metal craftsmanship can be traced back to the jewellery tradition of neighbouring India, which greatly influenced the development of this art in Sri Lanka. The short distance between the two countries, and particularly the former land connection called ‘Adam’s Bridge’ which linked them for much of ancient history, favoured cultural exchange. Known to the native population as ‘Rama’s Bridge’, this natural isthmus, formed by a chain of shoals and sandbanks, joins the region of Tamil Nadu in India with Mannarama to the north-west of Sri Lanka. It was a route that could be crossed on foot when the first Portuguese settlers disembarked in 16th century in what was once called Ceylon. The route, however, was later destroyed by a cyclone in 1480.
A scene from the Ramayana illustrating the legend of how this bridge to Sri Lanka was built.
In the 16th century, when Europeans settled on the island, local goldsmiths learned new jewellery-making techniques such as filigree. Colonisation also brought a whole new repertoire of shapes and forms that were combined with traditional Sri Lankan decorative motifs to make a unique form of jewellery that blended East with West. The result was a seamless mix of modernity and the island’s own age-old tradition.
More recently, after the civil war in the late twentieth century and the tsunami that devastated much of south-east Asia in 2004, the art of handcrafted jewellery was all but abandoned and its techniques largely forgotten. That was when OONA founder and designer María Moro made her first trip to Sri Lanka. What she discovered was a region ravaged by natural disaster, still smarting from the scars inflicted by war. And yet at the same time it was a haven of astounding natural beauty with vast underlying potential.
Fascinated by the country’s unique mix of cultures, the beauty of its landscapes, the colonial architecture remaining in its cities and the character of its people, María chose this magical spot to begin creating her first pieces of jewellery. What started out as a personal design project would eventually plant the seed for a far greater adventure: the launch of her own jewellery brand. From that very moment, María realised that recovering the lost art of the Sri Lankan goldsmith would define our identity. The values of Sri Lanka’s traditional jewellery could not have been more befitting for our concept of luxury, in which premium materials and the appreciation of fine handcrafted work form the core essence of our philosophy.
The values of Sri Lanka’s traditional jewellery could not have been more befitting for our concept of luxury, in which premium materials and the appreciation of fine handcrafted work form the core essence of our philosophy.
The decision to set up a workshop in Galle, employing only native master crafters from the island, enables María to manage every stage of the jewellery creation process, from the choice of precious stones to the final finish, adjusting her designs to the gems used. Each phase of the process is performed by an expert master jeweller: from polishing and cutting the precious stones to setting, inlay and metalworking. It is a privilege for a company like ours, committed to the provenance and authenticity of our creations, to be able to benefit from the experience and dedication of these artisans.
We are keen to contribute to the economic development
and growth of the country that inspires us.
We are keen to contribute to the economic development and growth of the country that inspires us, particularly at this sad time in the wake of the tragic recent attacks. All our designs are made entirely in Sri Lanka because we wish to preserve the country’s rich jewellery heritage and promote the development of local crafts. We seek to regain recognition for an art that lies at the very heart of the identity of both Sri Lanka and OONA.
Versión en español
Reviviendo la joyería artesanal en Sri Lanka
Nuestro firme compromiso con un arte
milenario en vías de extinción
Aunque la isla de Sri Lanka es mundialmente conocida por sus yacimientos de piedras preciosas naturales y por exportar estas gemas al resto del mundo, el país también posee una longeva tradición joyera que se remonta a la Antigüedad. Sin embargo, esta labor no siempre ha sido valorada como se merece, por lo que los oficios artesanales de la orfebrería de la isla se fueron abandonando poco a poco hasta llegar a su práctica desaparición durante el siglo pasado.
La orfebrería ceilandesa hunde sus raíces en la tradición joyera de la India, su país vecino, que influenció enormemente el desarrollo de este arte en Sri Lanka. La corta distancia entre ambos países, unida al hecho de que durante gran parte de la historia antigua estuviesen conectados por vía terrestre mediante el llamado ‘Puente de Adán’, favoreció el intercambio cultural. Bautizado por los nativos como ‘Puente de Rama’ este istmo natural formado por una cadena de arrecifes intercalados con bancos de arena unía la región de Tamil Nadu en la India y la de Mannárama al noroeste de Sri Lanka. Esta vía de comunicación terrestre aún era transitable a pie cuando los primeros colonos portugueses desembarcaron en Ceilán en el siglo XV, pero desaparecería tras el paso de un ciclón en 1480.
Representación de la escena del Ramayana en la que se narra el mito de la construcción de este puente a Sri Lanka
Con la llegada de los colonos europeos, que se asentaron en la isla desde el siglo XV, los orfebres locales aprendieron nuevas técnicas de joyería procedentes del continente europeo como la filigrana. La colonización trajo también consigo todo un novedoso repertorio de formas que terminaron por mezclarse con los motivos decorativos tradicionales de Sri Lanka creando una joyería única, mezcla de Oriente y Occidente. Una artesanía que a partir de entonces combinaría de manera natural la modernidad y la tradición milenaria de la isla.
En la historia reciente, tras la guerra civil de finales del siglo XX y el paso del tsunami que devastó gran parte del sudeste asiático en 2004, las actividades artesanales del sector de la joyería se abandonaron y sus técnicas fueron cayendo lentamente en el olvido. Es en este momento cuando María Moro, nuestra fundadora y diseñadora, llega por primera vez a Sri Lanka. Allí encuentra una región arrasada por la catástrofe natural y con las cicatrices de la guerra aún recientes, pero también un lugar de maravillosa belleza natural con un enorme potencial latente.
Fascinada por la mezcla única de culturas del país, la belleza de sus paisajes, los vestigios de la arquitectura colonial en sus ciudades y el carácter de sus gentes, María comenzará a crear en este mágico lugar sus primeras piezas de joyería. Aunque en un principio se trataba de un proyecto personal, con el tiempo estos diseños se convertirán en la semilla de una aventura de mayor envergadura: la creación de su propia firma de joyería. Ya en este momento, María tenía claro que nuestra seña de identidad sería la recuperación de las labores de orfebrería ceilandesas perdidas.
Los valores de la joyería tradicional de Sri Lanka encajaban a la perfección con nuestro concepto
de lujo, basado en la calidad de los materiales y en la puesta en valor de las piezas hechas a mano. .
La decisión de establecer su taller en la localidad de Galle y emplear tan sólo maestros orfebres nativos de la isla, permitió además a María controlar todas las fases del proceso de creación de las joyas. Desde la elección de las piedras preciosas al acabado final, pudiendo así modificar sus diseños para adaptarlos a las gemas. Cada parte del proceso está realizada por un maestro artesano especializado: desde el pulido y tallado de las piedras preciosas, hasta su incrustación, engaste y el trabajo del metal. Contar con la experiencia y dedicación de estos orfebres es un privilegio para una firma como la nuestra, comprometida con el origen y la autenticidad de sus creaciones.
Queremos contribuir al desarrollo económico y al crecimiento del país que nos inspira,
especialmente en estos tristes momentos, tras los trágicos atentados que ha sufrido recientemente el país.
Todas nuestras piezas se realizan íntegramente en Sri Lanka porque deseamos preservar la rica tradición orfebre de la isla de Ceilán e impulsar el desarrollo de la artesanía local. Esperamos que poco a poco se vuelvan a valorar estas actividades artísticas, que constituyen el alma y la identidad de Sri Lanka y de OONA.